La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, a través de su Modelo Educativo, reafirma el continuo compromiso con la región, el país y la comunidad internacional.
Este Modelo Educativo está estructurado a partir de tres ideas matrices permanentes en la historia de la Universidad y cuatro pilares conceptuales que guían todo el quehacer universitario. Los cuatro pilares son la formación integral, la formación de excelencia, la formación a lo largo de la vida y la formación que aspira a lograr una vinculación permanente con el medio.
Asimismo, la formación de personas con vocación de servicio a las sociedad, ámbito principal del cual se pronuncia este Modelo Educativo, establece el rol a cumplir por los profesores y los estudiantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Las ideas matrices recogidas en esta actualización del Modelo Educativo son:
- El Modelo Educativo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso releva a la persona humana y asume como suyo el magisterio de la Iglesia, en cuanto a reconocer que ésta es el centro del quehacer universitario. La persona humana es concebida con dignidad y dotada de talentos que se van potenciando en el tiempo. Por esta razón, el ejercicio de la libertad es un valor que se expresa en todas sus dimensiones y no es posible albergar discriminación alguna.
- El Modelo Educativo establece que el centro y el motor del proceso formativo está constituido por la relación entre los profesores y los estudiantes. La institución concibe al estudiante como un actor de su propio aprendizaje donde el profesor, en interacción permanente con sus estudiantes, facilita y genera las condiciones para que construya el aprendizaje. A través del estudio y el intercambio académico con sus profesores y otros estudiantes, va tomando plena conciencia de sus capacidades y talentos, y se va responsabilizando de las oportunidades que la Universidad le ofrece para su formación integral. El aprendizaje es un proceso de construcción progresivo del conocimiento y a lo largo de toda la vida.
- El Modelo Educativo considera que el pregrado, el postgrado y la formación continua tienen un sello distintivo. Cada una de estas etapas de formación, desarrolladas por la Universidad, presentan su propia característica. En su diversidad tienden a la unidad institucional, en la medida que se hacen cargo de la identidad institucional, de la articulación progresiva de la formación, de la flexibilidad entre programas, de la innovación y de la interdisciplinariedad. En su conjunto establecen rutas formativas que permiten a las personas adecuar su desarrollo profesional a las necesidades de la sociedad.
Cuatro son los pilares conceptuales sobre los cuales descanza este Modelo Educativo y la formación de personas:
- {:height="20%" width="20%"} El primer pilar sobre el cual se sustenta este modelo educativo es la formación integral, la que implica varias dimensiones: valórica, académica y de desarrollo personal y social. Asimismo, promueve un desarrollo interdisciplinario, pertinente y contextualizado. Se pretende que los estudiantes logren una valoración de la equidad, junto con el reconocimiento de la diversidad y la inclusión. También es primordial que los alumnos en su formación universitaria queden impregnados por el valor de la democracia, la cultura de la innovación y el desarrollo de las competencias de investigación, tanto en pre como en postgrado.
- {:height="20%" width="20%"} El segundo pilar del modelo es la formación de excelencia, inspirada por los desafíos del mundo del trabajo y por los avances de las comunidades científicas nacionales e internacionales. Este modelo educativo también comprende todas las etapas de la formación de personas: bachillerato, licenciatura, título profesional, magister y doctorado. La Universidad ofrece planes de estudio que se hacen cargo de su contexto, con un perfil de egreso o de graduado orientado por competencias, con una enseñanza de los académicos que promueve un aprendizaje innovador, de acuerdo con la investigación y la creación. En consecuencia, el rol del profesor y del estudiante es fundamental en el logro de los resultados del proceso formativo.
- {:height="20%" width="20%"} Un tercer pilar de este modelo es la formación a lo largo de la vida que comprende la articulación entre las distintas etapas formativas que ofrece la Universidad y en un grado creciente de flexibilidad. Los avances tecnológicos están proporcionando grandes oportunidades para enriquecer los procesos formativos de los estudiantes en todos los niveles. La Universidad reconoce que los estudiantes que ingresan a primer año tienen talentos y conocimientos desarrollados en la enseñanza media, que deben ser reforzados y complementados para garantizar un aprendizaje universitario efectivo. La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso piensa que puede contribuir a la formación de personas a lo largo de la vida con programas de pre y post grado y con alternativas permanentes de formación continua.
- {:height="20%" width="20%"} Un cuarto pilar de este modelo educativo es una formación que aspira a lograr una vinculación permanente con el medio. Al respecto, se propone una relación permanente y bidireccional con todas las instancias y organizaciones del entorno. Además, se entiende que en la actualidad el entorno comprende lo local, lo nacional y lo internacional. Los planes de estudio y los procesos formativos de pregrado y postgrado, progresivamente, deben ir haciéndose cargo de las exigencias del medio y de los desarrollos de las comunidades científicas. El reconocimiento de las actividades de servicio a la comunidad, tanto de los profesores como de los estudiantes, ha cobrado valor e importancia en la última década. Esto incluye, naturalmente, la creación, el cultivo de todas las expresiones culturales y artísticas, el aprendizaje de servicio y todas las demás acciones de responsabilidad social que la institución desarrolla a través de las Unidades Académicas e instancias centrales de la Universidad.